Una vida sin propósito para ser más creativo
Iniciar en el momento presente es todo lo que está bien. Estar aquí y ahora no significa buscar la perfección ni obsesionarnos con un sentido de propósito absoluto. De hecho, enfocarnos demasiado en este concepto puede resultar abrumador. Estar presente no requiere grandes discursos ni metas colosales; se trata de conectar con lo que tenemos hoy, con lo que somos ahora, y presenciar la belleza que habita en este instante.
Cada uno de nosotros nació ya con un propósito. Así que podemos quitarnos ese peso innecesario de los hombros. Lo más interesante es que ese propósito no se encuentra en el exterior, ni necesita la aprobación de nadie: es un regalo exclusivo para cada uno de nosotros, algo que solo encaja con nuestra esencia. El problema surge cuando nos obsesionamos con "encontrarlo". Pensar en el propósito como algo que debemos descubrir o alcanzar puede causar ansiedad. A menudo, creemos que debemos ser extraordinarios, únicos y los mejores en algo, todo mientras ganamos dinero y dejamos un legado impecable. Este enfoque nos llena de exigencias y, al final, solo genera más ansiedad.
La sociedad a menudo nos impone una narrativa agotadora: tu propósito debe ser tan claro que quede grabado incluso en tu lápida. Que todos lo entiendan, incluso si no comprendieron lo que hacías en vida. Y si trabajas en algo intangible o poco convencional, como crear contenido digital, las dudas externas se intensifican. Pero el mayor peso de esta narrativa es que parece decirnos que los 8 mil millones de personas que habitan este planeta deben encontrar un propósito único que cambie al mundo, como si no tener uno nos hiciera menos valiosos.
¿No te parece esto abrumador? Reflexionemos un momento: ¿y si encontrar el propósito no se tratara de hacer, construir, obtener o lograr algo extraordinario? Esta idea tan centrada en el "yo debo", "yo tengo que" y "yo debo ser diferente" es profundamente masculina y narcisista. En contraste, la energía femenina nos invita a fluir, a sentir, a vivir el presente con calma. Tal vez, la ansiedad colectiva que experimentamos viene de esta búsqueda constante de propósito según estándares externos, cuando, en realidad, el propósito no es una meta grandiosa que alcanzar, sino un estado de ser. Es algo que ya está dentro de nosotros, que se revela cuando dejamos de buscarlo con desesperación y comenzamos a vivir con autenticidad.
No quiero que malinterpretes lo que digo: no estoy en contra del propósito, ni mucho menos creo que el concepto de Ikigai sea absurdo. Lo que quiero transmitir es que, en realidad, hay muchas formas de caminar por la vida. Vivir con propósito no significa que haya solo un camino o una respuesta correcta. Y, aunque pueda parecer que lo opuesto a tener un propósito es llevar una vida vacía, la realidad es más compleja. Como todo en la vida, no todo es blanco o negro; a veces la respuesta está en simplemente vivir en presencia, en el momento presente.
El concepto de vivir con propósito está muy vinculado a la idea de siempre estar proyectando nuestras metas en el futuro. El problema con esto es que, al estar tan enfocados en lo que vendrá, solemos olvidar lo que está sucediendo en este mismo instante. Nos olvidamos de lo simple pero hermoso: de encontrar una moneda en el suelo, de disfrutar de la luna nueva, o de crear algo con nuestras propias manos que nos permita conectar con el mundo real. También he vivido momentos en los que, al desconectar de la pantalla, pude realmente abrazar a mi mamá, perdonando todo lo que nos habíamos dicho en el pasado. O cuando, tras abrir un taller al que nadie se inscribió, comprendí que el único propósito de esa experiencia era darme la lección de que puedo trabajar en lo que soy hoy, en el aquí y el ahora.
Este pensamiento me recuerda una de mis películas favoritas, Kung Fu Panda, donde uno de los personajes, una tortuga sabia, dice: "El pasado es historia, el futuro es incierto, pero el hoy es un regalo, por eso se llama presente". Vivir de acuerdo con el presente no es solo una invitación a dejar de lado la presión por cumplir con una lista interminable de tareas, sino a priorizar nuestra salud mental y bienestar sobre la constante necesidad de ser productivos.
Entonces, ¿qué tiene todo esto que ver con la creatividad? La creatividad es, en esencia, la capacidad de recrear el presente a través de nuestras propias creaciones. Cuando decides crear algo hoy, estás respaldado por la versión de ti mismo que eres en este momento: con las experiencias que has acumulado, con las oportunidades que tienes, con las emociones y aprendizajes que hoy forman parte de ti. Si no aprovechas para crear ahora, con lo que eres hoy, tarde o temprano esa idea perderá su fuerza, ya que tu versión futura no la verá con los mismos ojos. Por eso, cuanto más creaciones tengas, más opciones tendrás para descubrir cuál de ellas resuena realmente con tu alma creativa. Pero si no te permites crear desde el presente, nunca sabrás lo que verdaderamente te conecta con tu esencia. Finalmente, quiero recordarte algo importante: el universo te eligió para hacer lo que te da paz. Ese "hacer" se traduce en tus creaciones, que son lo único que es verdaderamente tuyo y que nadie puede quitarte. Si el mundo disfruta de lo que creas, maravilloso, pero lo más importante es que lo disfrutes tú. No abandones tus creaciones, porque son lo único que te pertenece en este preciso momento.